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Okoko, el principe zorro

Hace mucho tiempo, le prometí a alguien que iba a escribir una historia que nunca hice. La cosa era realmente simple: esa persona solia escribir en msn "Okoko" cuando queria poner "Ok Ok", yo dije que me hacia pensar en un nombre japonés, e inventé en el momento a Okoko, el principe zorro. Prometí escribirle su historia esa semana, pero paso la semana, y muchas otras semanas, y meses, y nunca escribí nada. Pero hoy venia volviendo del laburo con un animo particular y empecé a inspirarme. Intenté en un principio escribir la historia en forma de poesia, pero solo me venian a la mente frases en inglés, y si ya se me hace dificil rimar en español, no pueden imaginarse lo complicado que me resulta intentar escribir lirica en un idioma extranjero. Asi que finalmente fui a la prosa, y escribí esta historia corta. Realmente no es ninguna maravilla y no pega mucho con las cosas con aire comico que estan acostumbrados a leer por aca, pero bueno, queria compartirlo, y realmente armar un blog nuevo para poner solamente un solo post no tiene ningun tipo de sentido. Asi que bueno, espero que al menos alguno de uds lo disfrute.

Antes de los tiempos del primer shogunato, cuando aun la estrella del oeste no había nacido, vivió un príncipe zorro, cuyo pelaje era tan blanco como la nieve, y si astucia casi tan grande como su valentía. El era parte carne y parte espíritu, y tenia la capacidad de caminar como par entre los hombres. Sus hazañas eran relatadas por todo Japón, y el mismo solía tomar forma humana para poder escuchar aquello que los mortales contábamos de sus logros.

Pero a pesar de su gran audacia, tenia un terrible defecto. Un defecto que Akomo el embaucador, quien fue quien hiciera conocer al hombre el fuego, supo aprovechar. Su gran defecto era su orgullo, que hacia que no pudiera rechazar desafío alguno. Con esto en mente, cierto día, mientras Okoko descansaba bajo un cedro, Akomo bajo de la copa de un árbol cercano y se posó frente a él. "Acaso mis ojos están mintiendo, o tengo frente a mi al sagaz Okoko" exclamó Akomo fingiendo sorpresa. "Aquel que robó la corona de Toyoro, el rey dragón, dejando al cielo sin estrellas por 12 noches; aquel que cerro las sagradas puertas de Toyma, dejando secos por días a todos los ríos del Japón". Los ojos de Okoko brillaron de orgullo, y una sonrisa de satisfacción apareció en rostro. "Pero conozco hazaña que ni el mismo Okoko podría realizar, algo que los más valientes siquiera osan pensar. Una proeza que nadie ha logrado, el precioso colgante de Jade de la princesa Amaro. La guardia real vigila infalible, entrar a palacio resulta imposible". Akomo levantó vuelvo, y el corazón de Okoko ardió en ira: fuera como fuera, debía conseguir aquel colgante.

Viajo a Tokio, donde el magnifico palacio de Amaro se encontraba. Por meses y meses rondó el área, como zorro y como hombre, buscando la información necesaria para urdir el plan perfecto para obtener aquella preciada joya. Y fue gracias a una rata, Yuzimo, que logro encontrar la forma de ingresar a palacio sin se detectado. A cambio de Torio, una estrella que Okoko había conservado de la corona del rey dragón, Yuzimo reveló a Okoko una entrada secreta a palacio, que el y los suyos utilizaban para obtener alimentos a hurtadillas. Okoko entonces se tornó tan pequeño como le fue posible, truco que había aprendido de Kyoni el grillo en otra de sus hazañas. Y luego de horas y horas de recorrer los oscuros túneles de mármol y arce del palacio, llego finalmente a las puertas de la recamara real. Los más bellos aromas llegaron a su hocico, dejándolo por un momento extasiado. Y fue allí cuando vio a la princesa, el ser con la expresión más bella y triste que había encontrado en su vida.

Recordó la historia que le fue relatada por un monje ciego, que había perdido sus ojos en la guerra Yomi. En está guerra, relató, el príncipe Yokimo enfrentó a miles de demonios, de cien piernas, cien brazos y doscientos ojos, sin sentir temor en su corazón en ningún momento. Para evitar que el mar de fuego y hiel tocara al mundo de los mortales, se internó en el mismísimo corazón del infierno Yomi, lugar del que aun hoy dia nunca ha salido. Más antes de descender entregó a un fiel sirviente su medallón de jade, reliquia que se remonta hasta el primero de los hombres del Japón, para que se lo entregara a Amaro, su amada, con la promesa de que algún día volvería por el.

Sin dudarlo, Okoko tomó el semblante de Yokimo, e ingresó a la recamara real. Al verlo, el rostro de Amaro rebosó en alegría y lagrimas de felicidad brotaron de sus ojos, que eran hermosos como diamantes. Y fue entonces que Okoko se acercó a ella, y besando sus labios la hizo dormir. Tomo el collar y huyó de palacio por los estrechos túneles, lleno de orgullo por haber logrado realizar tamaña proeza. Y esa noche diose un festín de sake en forma de festejo. Al día siguiente trotó brioso por todo Japón, exponiendo su trofeo en su pecho inflado por la gloria. Más esa noche, su madre la luna, que observaba todo desde las alturas, bajo a nuestro mundo a visitar a su hijo prodigo. Y entonces le hizo ver el sufrimiento que había causado en corazón de Amaro, quien ese mismo día había llorado hasta desfallecer y morir de tristeza. Y a pesar de su gran orgullo, Okoko sintió su alma repleta de culpa y vergüenza por haber lastimado a aquel bello y bondadoso ser. Totalmente devastado, corrió hasta la cima del monte Fuji, donde había sido dado a luz antes de que el tiempo fuera tiempo, donde en un rapto de desprecio por si mismo se quitó la vida, esparciéndose pedazo a pedazo por toda la cima de pico sagrado. Y es allí donde para siempre podremos seguir apreciando al prístino blanco de Okoko, el príncipe zorro.

me gustó me gustó =)
pero por el amor de dios no le pongas Hamtaro a la rata! le saca onda =S

Mas allá de eso esta bueno, me gusta la onda relato con moraleja...

Aunque al fin y al cabo, era medio forro okoko =P

Fuck, sabia que ese nombre me sonaba de algun lado. Putos hamsters :P

Ahi lo cambié.

se llama "pensamiento inconciente" :P

Esto responde mis dudas acerca de A)Por qué el monte Fuji tiene la punta blanca.
y
B)Por qué las estrellas se ven tan pequeñas.

Me pareció bueno, tal vez yo le hubiera quitado un poco de nombres japoneses para hacerlo un poco más tradicional... dicen que el Corán es árabe precisamente porque omite meciones acerca de camellos. Para más info, leer de Borges "El escritor argentino y la tradición".

Luego convendría darle una repasadita con un corrector de word, nada grave, cosillas de distracción.

Me gustó el personaje mala onda que lo desafía al protagonista. Ojalá sigas escribiendo!!!

Tiene mejor argumento que la mayoría de los Anime.

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