Cogito Ergo Sum

hace aproximadamente 3 años, me operaron de la tiroides. Tenia un nódulo, que digamos que es un grupo de células diferentes, que pueden o no generar cáncer, aunque no es lo más común (lo mio era específicamente un adenoma folicular, en el link lo explican muy bien). De esta operación me quedó una cicatriz en el cuello, no demasiado vistosa pero no demasiado escondida. Yo estoy perfectamente acostumbrada a ella. No me molesta en lo absoluto y para mi forma parte de mi de la misma manera que lo hacen mi lunar en la rodilla, mi mancha de nacimiento en la cadera o mi piercing en el ombligo. Pero como es una cicatriz difícil de ocultar, genera curiosidad y quizas algo de angustia en la gente. El 60% de la población o más no tiene la mas pálida idea de que cuernos es la tiroides (me incluyo, hasta que no me apareció el nódulo no tenia la menor idea de su existencia) y la zona cuello se relaciona con traqueotomías, cuchillos empuñados por ladrones amenazantes y cosas similares, con lo cual es normal que la gente se pregunte que es lo que me pasó. Pero llega un punto en el cual me harto. Parece que, al no ser una zona en la que se considere "pudoroso" preguntar que pasó, todos tienen derecho a saber mi intimidad. Así es como me encuentro contándole de mi operación a masajistas, quiosqueros, clientes de blockbuster y más. Todo bien, no me molesta hablar del tema y entiendo que la mayoría de las veces la gente pregunta un poco por curiosidad y otro poco por preocupación, pero... el quiosquero?

Posted by Miss M on Wednesday, July 12, 2006 at 12:43 AM | Permalink